Esperanza y disciplina

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Una de las virtudes más necesarias en estos tiempos es definitivamente la esperanza. Muchas veces hemos enfrentado las más difíciles pruebas con firmeza y con entereza. Todo esto lo hemos hecho por amor. Porque otros necesitan que seamos fuertes, sabios, confiables; y así lo hacemos. Mientras corremos por la vida lo natural es que las fuerzas disminuyan. Hay que modificar o adaptar las estrategias en la que enfrentamos cada tramo de ella. 

Hace un tiempo, estudiaba un versículo donde Pablo utiliza como ejemplo ciertos deportistas. Por ejemplo, el corredor y el luchador, para mostrar unos fundamentos importantes para los cristianos de la época. Descubrí en esas disciplinas deportivas unos aspectos muy interesantes, que a la luz de la Palabra y aplicados en clave de la vida en fe, me han ayudado muchísimo en esta carrera de la fe. 

El versículo que estudié fue 1 Corintios 9.24 (RVR60): 

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 

Como no soy corredor ni deportista me di a la tarea de investigar un poco “cuál es la manera de correr” que le asegura al corredor la victoria. En ese momento pensé en el corredor más rápido del mundo, Usain Bolt. Encontré un documental que me explicó su desarrollo como velocista. Allí se explicaba toda la estrategia de la carrera; desde el arranque hasta el final. Me llamó la atención, que un momento que marcó la diferencia en su carrera, fue cuando cambió de entrenador para poder competir a nivel profesional.

Usain vivía con la disciplina de un corredor profesional. Realizaba todos los entrenamientos, las dietas y todo lo que conlleva ese nivel de competencia. Sin embargo, en las prácticas Usain invertía tanta fuerza que llegaba exhausto a la meta. Con muchísimos síntomas de desgaste físico y mental. Su tiempo no mejoraba. Ante esa realidad su entrenador se dio cuenta de algo muy sencillo, pero fundamental, que lo expresó en un consejo a Usain. Su entrenador le dijo: “Tú crees que correr es cuestión de fuerza; pero en realidad, correr es más estilo, que fuerza”.   Esta aseveración tenía relación con la postura de su cuerpo en las distintas etapas de la carrera. Sus manos, su vista y el reconocimiento de sus áreas fuertes y frágiles.  

Ese cambio de enfocarse más en el estilo y menos en la fuerza fue clave para todos los logros de este gran velocista. Solo hay que ver las fotos del rostro alegre con que terminaba las carreras para darse cuenta que pudo correr para ganar.

Yo nunca he escuchado la voz de Dios audible. Sin embargo, ese día que estudié el texto y vi el documental, escuché claramente en mi corazón esta afirmación: Aunque corres bien, todavía dependes de tus propias fuerzas; y esta carrera no la gana quien depende de sus fuerzas, sino quien depende de las mías.  

Al fin comprendí que yo pensaba que confiaba en Dios pero en realidad no lo mostraba en la forma de correr.

Isaías 40.29–31 (RVR60) 

Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. 

Usain, por ser muy alto, tuvo que reconocer que era el corredor que más lento movía las piernas en el arranque y quien más fácilmente se podía salir del carril. Para compensar esa desventaja debía estar bien atento a la señal de salida y luego debía permanecer con su mirada en el carril para no desviarse. Sin embargo, esa misma altura le daba una ventaja después de los primeros diez metros, cuando enderezaba su cuerpo y aceleraba el paso mirando directo a la meta.

De eso se trata el estilo. De saber que cada tramo de la carrera, desde el arranque hasta el final, tiene su dificultad y cada una requieren una estrategia distinta; una postura diferente. Lo que en cierto tramo es una desventaja en otro puede ser una fortaleza.  

El tramo que ahora estamos corriendo como seres humanos es muy difícil. Pero ya sabemos que no requiere de fuerzas sino de la esperanza que tenemos en nuestro coach, porque las fuerzas Él las dá. Él sabe lo que tenemos que hacer en este tramo y nos lo va a decir. Solo hay que estar atentos a su Palabra.

Ser disciplinados en mantener la postura adecuada para este tramo y no salirnos del carril. Esa es la postura del que ora con humildad y gratitud. Es la postura del que adora a Dios desde lo más profundo del corazón. También disciplina que asume con humildad las recomendaciones que nos han brindado los epidemiólogos, médicos, y salubristas expertos que aún nos dicen que esto no ha terminado. La esperanza requiere disciplina.

Queda todavía unos metros más en la carrera de la fe y la vida. La estrategia cambiará, pero en cada tramo siempre contaremos con el consejo del mejor coach de la humanidad, Jesucristo.

Así vence el que vive por fe en Jesús; y así se vence en este tramo la pandemia del COVID19.

¡Adelante en el Señor hermanos y hermanas!